Levanté la mirada para ver por qué se oscurecía el cielo.
Los buitres ennegrecieron las alturas al sonido del tiro,
Acudieron al primer chorro de sangre del herido.
Después de circular los cielos con una cadencia lenta
los primeros se posaron sobre las ramas de los árboles distantes,
Los siguientes se posaron en las ramas más cercanas
Perdieron la temeridad, en cuanto viramos nuestras espaldas
se abalanzaron sobre la carne fresca, sobre las vísceras ensangrentadas.
En el monte su labor es encomiable, limpian la tierra
Sólo acuden al muerto o al putrefacto.
Miré de frente a los parientes, sus caras oscuras
Circulaban mi casa con mucha premura,
Morbosas preguntas, defensiva respuesta :
“Apartaos ,el hombre no ha muerto, no apesta.”
Todavía no es hora de limpiarle el bolsillo.
Precipitación ante la aparente locura,
El hombre no muere, el hombre no apesta
La avaricia acaba con la filial cordura. .
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
Me asombras, excelente, lo puedo sentir.
ReplyDeleteLuisa como nos transforma la vida la palabra
confesada desde el alma.
Abrazos
Paloma
:)
ReplyDeleteCuanto buitre hay en la vida ;)