Arropó tu cuerpo y calentó tu espíritu.
Tu voz
Aquella música que trajo el viento
en las faldas de los aguaceros,
era la espada de tu voz cortante
hurgando en mi alma dolida.
En los cuadernos de mi espíritu,
que estaban en blanco, susurró versos.
Me sumergió en el mar de la esperanza,
que cuida el contorno de mi isla chica.
Me estremeció tu voz de amor vestida,
envuelta en los ropajes de las sinfonías.
Cabalgando luceros y astros lejanos,
alumbró con su luz mi desconsuelo.
Me confundió tu voz como un suspiro
escapado de algún trino de gorrión.
Abrió la jaula con sus propias manos,
y en el aire parece haberse perdido.
Me dolió tu voz potente y vibrante,
con sus llamas de fuego fugaz y efímero.
Ecos de un pasado ambiguo, incomprensible,
me alumbró tu amor y me cegó tu olvido.
A Rosa Buk
Volaste en silencio,
dejando el polvo de tus alas
pegado a mis pensamientos.
Tus versos descalzos
recorren las plazas,
tu voz coronada de matices
resuena en el tiempo.
Tus palabras diáfanas,
cosidas a la luz del cosmos,
taladran el alma,
pintan arreboles,
encendien lámparas,
descubren lunas
de escarcha y de plata.
Tus poemas danzan
en la noche cándida.
Hurgan en los huecos
del espacio misterioso.
Bajan a los mares,
se bañan en sus olas,
al cielo se escapan
en rítmicos vuelos
vestidos de espuma.
Recojo las caracolas
que tus manos palpan.
Busco las estrellas
que adornan tus cabellos.
Te encuentro…
¡Aún vives, poeta!
¿Quién dice que has muerto?
Olvido
¡Huyó tu aliento!
Se esfumó en el aura.
No pude alcanzar tus pisadas,
sombras que la luz deshace
en la madrugada. Tu silencio
me aturdió con dureza y saña.
¡Inercia, congoja!
¡Desaliento, angustia!
Te busqué en mis recuerdos.
No te anhelaron mis besos,
no te buscaron mis manos.
Mis pechos no se sintieron
sedientos de tus abrazos.
El amor se ahogó adentro.
¡Ya basta! ¡Detente!
¡Calla, enmudece!
Es hora de abrir tus alas de nuevo.
Desvarío
Vagas perdido en la madrugada,
un niño grande con ojos sin alma.
La cruel maraña de tu pasado
te enloquece, condena y ata.
Mas un asomo de la cordura,
brilló en tus ojos aquella noche
en que tus manos desiertas, faltas
de amores, por mí caminaban.
Prendí con mis besos tus ilusiones,
recorrí caminos despacio y de prisa,
vestida de rocío, calzada de plata.
Pero el brillo aquél, de tus ojos escapa.
Quedas de nuevo sumido en recuerdos,
vanas añoranzas, sediento de abrigo,
apagando las llamas. Huyes, te alejas,
en medio del desvarío, mirando al vacío,
con los ojos abiertos pensando en la nada.
Dejaste en mi regazo muerta la esperanza.
Velero
Navegabas a la deriva,
el mar te lavaba en sus aguas.
El sol acariciaba tu mástil
de cara al viento. ¡Sol y luna!
¡Sal y espuma! ¡Mareas y sueños!
Solitario celaje pintado sobre
el espectro de los recuerdos.
Encallaste un día en mi isla.
Me vestiste de arena, de sales,
De algas y plata. Até tus amarras,
tiré al mar tu ancla, cubriendo
con mi amor tus velas plegadas.
Pensé que dejabas tu angustia
perdida en las aguas. El lastre,
pegado a mis ansias. La soledad,
atada a la proa, entre las velas,
el viento soplando tu estampa.
¡Pero tu vida sin olas, es ave sin alas!
La mañana aquella que izaste las velas
y soltando amarras, levaste el ancla,
quedé desolada, llena de recuerdos,
ansiando tus ansias, mirando de lejos
el mar, tragarte en sus aguas.
Tu mirada
Sentí tu mirada cortar la mañana.
Filosa espada de argento,
que rompe los cielos,
traspasa los mares,
lacera los vientos
Tu mirada certera
calcina y abrasa,
como al carbón
queman las llamas.
Tus ojos, luciérnagas
relucientes, poblaron
de astros la oscuridad
que me habitaba. Tu mirada,
Cuchillo con filo de alba
y cabo de ensueños,
desató aquellas cuerdas
que ataban mis besos.
Fugaz
©Zulma Quiñones Senati, 2008
Al final, el viaje,
etéreo y distante.
Moléculas esparcidas
entrando a las fauces
de un mar silente,
espacio vacío y frío,
donde el azul se pierde.
La fragilidad
muda en una esquina.
Las manos ansiosas
buscando aire para respirar.
La mente palpando recuerdos
fugaces y efímeros,
que yacen en la almohada
buscando el olvido.
El túnel, asomándose
a tus ojos, esperando el
suspiro que lo atrae
como al río su cauce.
La vida: un desplegar de alas,
que batiendo pasa.
Poeta
Hoy tocaste mis fibras,
las escondidas, las íntimas.
Te sentí brisa alegre y juguetona.
Te hiciste viento que cobra fuerza.
Se formó un volcán con tus palabras.
Brotaron como paradójico renuevo en el
otoño que escapa. Se volcaron dando paso
a tu pasión desmedida y rauda, que como catarata
cae reluciente, sonora y clara. El agua cantó su canto
de amores mientras bajaba. La escucharon el sol y las nubes.
El mar la meció cantándole nanas. Mas, pronto se la llevó el viento
en sus ráfagas. En medio de golondrinas que huyen en la explanada.
Reí como niña descalza
que moja sus pies en las aguas.
Tus frases llenaron mis sentidos, tocaron
mi alma. Penetraron mi cuerpo con su luz,
Llamas que no se apagan. Sonaron campanas
en mis adentros. Entonces te creí caballero, carroza
al acecho. Príncipe que rescata a su amada. Te revestí
de suspiros, mimos invisibles que bailan en el aire. Te vi cabalgar
sobre un brioso caballo blanco, que vuela en el monte. Subí a sus ancas.
Abracé tu cuerpo, que abrasa el alma. Luz de luna y luceros relucientes a tus
espaldas. Un viaje furtivo en la noche serena que descorre su velo en la madrugada
y me muestra que no eres caballero hidalgo, ni príncipe de encantos, sólo eres…Poeta
Aleteos de esperanza